sábado, 20 de diciembre de 2008

Navidotecnia y la Navidad invisible


Navidotecnia y la Navidad invisible.
por Sergio Barciela Fernández (CÁRITAS).
En nuestras ciudades las luces avisan que ha llegado la Navidad. Suenan villancicos ¡Navidad! ¡Dulce Navidad!, y comienza un bombardeo incesante para que compremos sin medida. Nos invitan a que regalemos lo último y más hermoso. El mensaje claro es que compremos.
El run, run del motor de la Campaña de Navidotecnia ha comenzado. Las ciudades son un mundo maravilloso, en el que suena con inusitada fuerza ¡Feliz Navidad! ¡Compre! ¡Feliz Navidad! ¡Compre!
Para celebrar la navidotecnia tenemos que regalar y debemos esperar que nos regalen. Llevar ilusión, cariño, ternura y amor, va asociado a regalo.
La navidotecnia invita a la "alegría" y al "gasto". Pareciese que es imposible alegrarse sin gastar, y que si no gastásemos no podríamos estar alegres.
Resumiendo diríamos que en estos días se invita a una "Navidad feliz" de "gasto alegre".
Me gustaría invitaros a que os arriesguéis a conocer otra Navidad. Una invisible, pobre y excluida, pero muy numerosa. Una con 8,704.835 personas en España (el 19,47% de la población) que ganan menos de 6,369 euros al año (los llamados pobres relativos), de los cuales 1,555.872, reciben menos de 3,184.76 euros al año (los pobres extremos).
Una en la que conozcáis que existen 273.000 personas que residen en infraviviendas, y 30.000 que se encuentran en la pobreza más extrema (los sin hogar).
Una Navidad en la que sintáis cómo en todas estas vidas se combina la precariedad económica y la falta de alojamiento, con la pérdida de redes sociales y familiares y la ruptura de sus proyectos personales de vida. Una en la que nos preguntemos por qué estas situaciones de pobreza aumentan en Europa, donde se estima que hay alrededor de tres millones de personas sin hogar y otros dieciocho millones en viviendas precarias.
Una Navidad en la que comprendamos que la pobreza en nuestro país, lejos de disminuir, aumenta progresivamente, incorporándose nuevos grupos en situación vulnerable: jóvenes, mujeres e inmigrantes.
En fin, una Navidad donde sintamos que existen personas y familias que la vivirán de manera distinta.
Procuremos entre todos que no sea invisible. Invitaros a que no lo sea. Pediros valor para que este año os acerquéis y conozcáis las figuras que no aparecen en el Belén feliz de nuestra ciudad. Tal vez sean obreros sin trabajo, jóvenes con empleos temporales, mujeres con hijos a su cargo, inmigrantes o ancianos. Sentid esa otra Navidad, distinta, para que removidos por su espíritu transfigurado caminemos por veredas no transitadas que nos permitan vivir desde lo profundo.

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